miércoles, 8 de febrero de 2023

Un nuevo año en Bogotá

 

Un nuevo año en Bogotá

Por: Diego Valdivieso

En la capital pareciéramos estar atascados en un trancón, en un vecindario o en nuestra zona de confort, pero la ciudad tiene más por ofrecer, así como recibir, a quienes viven en ella.

La ciudad en la que uno nace suele ser en la que vive el resto de su vida. También suele ser un espacio de unos cuantos kilómetros, porque aunque una ciudad tiene miles de kilómetros, uno recorre los mismos de siempre. Y así como cada año uno hace los mismos recorridos en la ciudad, repite el resto de cosas en su vida.

Bogotá es una ciudad que es despreciada y, por tanto, maltratada o descuidada por muchos. Es una ciudad saqueada, como con el “carrusel de la contratación”, y tiene un futuro incierto en materia de transporte público. Una ciudad con unas montañas que la engalanan, pero que, inexplicablemente, unos edificios se empeñan en tapar. Una ciudad que, como muchas en el mundo, está llena de carros y polución

Pero es también una ciudad que es querida y protegida por muchos, y que está más allá de nuestros ojos, del recorrido que hacemos a diario: ir al trabajo, al colegio, a la universidad, a la casa de los amigos. Hay otros barrios por conocer, otros parques, otros restaurantes, otros paisajes, otras personas. Es una ciudad que, en gran medida, se puede recorrer en bicicleta, que tiene bibliotecas, museos y librerías (siendo las independientes y de segunda las mejores) en diferentes puntos de la ciudad y que cuenta con una arquitectura diversa (no siempre para bien) de estilos que se yuxtaponen. En Bogotá hay bellezas naturales como la Quebrada La Vieja y Las Delicias, mercados de pulgas como el de San Alejo y el de Usaquén, calles de anticuarios (los de la 9 con 60, los de la 79 con 9), cafés por toda la ciudad (no solo los de cadena). Hay cursos de lectura, de escritura, de cocina, exposiciones y conciertos de diferentes tipos de música, conferencias y charlas de alto nivel. Bogotá es esto y mucho más.

Y así como uno puede sacarle mayor provecho a su ciudad, también podría pensar en lo que le puede ofrecer. Pensar, por ejemplo, en el sentido de lo público: ¿qué es lo público en mi ciudad y por tanto de todos y mío? Al tener conciencia de esto, uno se apropia más de su ciudad, la cuida más, la siente más suya. O pensar en algunas personas que habitan la ciudad, los que tienen mayores necesidades, ¿cómo podría uno hacer algo por ellos? Y pensar, por qué no, en proyectos personales para defenderla, ¿quién dice que en esta ciudad, de amores y odios, no se puede?, ¿quién le quita a uno la ilusión? Con un amigo tenemos pensado crear un proyecto este año. Está relacionado con la educación en barrios de escasos recursos económicos de Bogotá. Parece algo difícil de lograr, se entrevé un camino tortuoso, pero no queremos que eso nos detenga.

De un momento a otro se va el año y uno habrá estado en la misma ciudad. Por qué no desviarse de los recorridos de rutina,  dejar de encerrarse en unas pocas burbujas. A lo mejor uno se encuentre gratas sorpresas. Tal vez así no sea un año más en la misma ciudad. 


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