miércoles, 8 de febrero de 2023

Lluvia de luces en Bogotá

Lluvia de luces en Bogotá Por: Diego Valdivieso Varios puntos de la capital están decorados con el clásico alumbrado navideño. Aquí una opinión sobre cómo se ven algunas de estas zonas. Hacer un recorrido por las luces de Navidad en Bogotá, así como debe pasar en cualquier otra ciudad o pueblo del mundo, es ver una imagen que se repite: gente tomándose fotos. Las personas siempre encuentran un motivo para tomarse una foto, y en estas fechas aún más. Las parejas se abrazan esperando el momento, y las familias, los amigos, y una que otra persona sola, también sonríen para la cámara. Otra imagen se repite: la gente está más contenta que de costumbre: por las luces, por la Navidad y, quizás también, por las vacaciones. Visitar sitios iluminados de Bogotá es darse cuenta de que no es un plan que suelen hacer las personas de mayores recursos económicos —probablemente están en los centros comerciales haciendo compras—, y que, en muchos lugares, hay un exceso en la decoración. Como los árboles de nieve que están por toda la ciudad; quizás los ponen porque desearíamos tener nieve y porque vemos que en Europa y Estados Unidos hay árboles de verdad con nieve de verdad. Mejor los árboles naturales con luces y no estos árboles postizos. Y no falta, en todas partes, las luces que se encienden y se apagan, que angustian y marean. Cada parque, plaza o centro comercial tiene detalles que hacen que su iluminación y decoración se distinga del resto. En el Parque de la Independencia los colores utilizados para la iluminación son amarillo, azul y rojo. Vendedores llevan bebidas y comida dentro de baldes y carros de hacer mercado, y otro señor, mientras camina, lleva a una llama para que el que quiera se tome una foto con ella. La venta de comida y productos es abundante: agua de panela, algodones de azúcar, mazorcas, obleas, gorros navideños, espadas de luces, muchos objetos de luces, entre otros. En ambos parques, en el de la Independencia y el Nacional, hay vendedores cada metro cuadrado, o menos. En el Parque Nacional un bonito túnel iluminado con luces amarillas atraviesa el parque. A pesar de ser tan grande, el parque está repleto. Las luces son moradas (el árbol de Navidad es de este color) y, en su mayoría, amarillas. Hay de todo para cenar: lechona, arepas, perros calientes, pinchos. También hay cualquier cantidad de venta de productos alusivos a la Navidad y personajes como el Pato Donald y Mickey Mouse se toman fotos con la gente. Entre el Parque de la Independencia y el Parque Nacional el recorrido por los andenes es cercado por las ventas de vendedores ambulantes y su ingenio para crear actividades que les representen unos pesos, como puestos de tiro al blanco con pistolas de aire comprimido y una atracción 4D que funciona a partir de unas gafas de realidad virtual, una pantalla de tv y unas sillas que mueven manualmente los dueños de la atracción. También hay todo tipo de ropa de Navidad, carros a los que no les cabe una piña más y en los que se venden jugos de esta fruta, bolsas de comida a 2.000 pesos con productos Margarita, un Papa Noel que vende libros de Navidad y una vendedora que anuncia: “gorro de moda, gorro navideño”. En el parque de Usaquén las luces son blancas y amarillas, sobre todo blancas. En pocos parques de la ciudad usan tan pocos colores de luces y que no sobresalgan el uno del otro. Se ve bien, salvo por unas flores iluminadas que lucen un poco apagadas y por unos postes con publicidad de Codensa que están distribuidos en distintas partes del parque. También, como en el Parque Nacional, hay personajes disfrazados que cobran 2.000 pesos por tomarse una foto con la gente. Una familia comenta la decoración. Una acertada mezcla de colores (rojos, amarillo, azul, verde) y de adornos (faroles, estrellas, bastones, arcos) iluminan un parque de la Zona Rosa. Aquí no se vive el ambiente tan festivo ni de comercio que hay en otros lados: hay menos ventas ambulantes y algunos pasan de largo y no se detienen a ver las luces. Aunque no falta la familia con gorros navideños, que está haciendo un tour de luces por la ciudad, que se paran a tomarse una foto, y las parejas y grupos de amigos que también se detienen por un momento. Al lado, en la Zona T, se oye a un papa Noel tocar un saxofón. Sobresalen unos techos colgantes de luces amarillas, azul claro y verdes, que se verían mejor si no fueran con luces intermitentes y, probablemente, sin las luces verdes. En el parque de la 93 las ventas tampoco abundan. La mayoría de los pocos vendedores que hay (pocos comparado con otros lugares) venden unos globos transparentes a 20.000 pesos (los hay por toda la ciudad) y uno que otro vende canelazos, agua de panela y aromáticas. Algunas personas dan una vuelta rápida por el parque y cientos de niños juegan en el parque de juegos. En el Parque de la 93 no hay casi adornos ni tampoco gracia ni se ve muy bien la decoración: hay unas estrellas amarillas, una especie de mallas azules que rodean el centro del parque y luces blancas en los troncos de los árboles. Hacienda Santa Bárbara es un establecimiento que ha ganado en un par de oportunidades el premio al mejor centro comercial iluminado. Allí predominan las luces blancas y amarillas. Como pasa con muchos lugares, Hacienda se ve mejor desde lejos, se ve muy bien, desde un carro, que acercándose a ver en detalle sus arreglos navideños y luces. Por ejemplo, al detenerse a mirar desde cerca, se ven unas luces de colores fucsia, azul, rojo que salen del piso de uno de los edificios y chocan con las luces blancas y amarillas que alumbran la fachada, dentro del centro comercial unos aros de nieve en medio de unas luces amarillas cuelgan del techo. Bastaría con las luces amarillas. Pero también hay un corredor de luces amarillas y blancas, después de pasar la entrada principal, que se ve muy bien iluminado. En el centro de Bogotá miles de personas se congregan para ver el show de luces ‘Travesía’ en la Plaza de Bolívar: animaciones de la flora y fauna colombiana proyectadas en la fachada de uno de los edificios de la plaza, y unos señores que caminan en el cielo sostenidos por cuerdas al tiempo que juegan con las animaciones. Al final de la presentación, lo más entretenido quizás, todo se ilumina por la aparición de unas llamas de fuego y pólvora. Unas ramas cafés con hojas verdes iluminan cada uno de los edificios que rodean la Plaza de Bolívar: parecería que fueron puestas por el show, porque o si no no se entendería el porqué de ese adorno tan simplón. Atrás, el Palacio de Nariño, al que no permiten el paso, pero desde lejos se alcanza ver una elegante iluminación, solo con luces amarillas y quietas (¿quizás por ser el edificio más importante?). Entrando al Chorro de Quevedo se cruza por un camino con luces azules intermitentes. Y en la plaza del Chorro, árboles de nieve, estrellas y luces azules y blancas decoran el lugar, en medio de un ambiente de gente tocando música en la calle y vendedores de manillas y comida. Parece ser que el azul en las luces es de los colores más exigentes. En Bogotá, en general, los edificios residenciales suelen tener una decoración descuidada: unas luces que bordean una ventana, o unas tiras de luces que cuelgan de un techo (algunas azules y en movimiento, como si quisieran representan la lluvia). Como son pocas luces, las suelen poner intermitentes y de colores azul, rojo, morado o verde para llamar la atención, pero terminan llamando la atención por lo mal que se ven. En la decoración de luces en Bogotá se pretende que todo parezca un árbol, o una rama, o quien sabe qué. Por eso a los postes de luz les ponen unas hojas, unas luces, y listo: ahí tienen su árbol. A veces sale bien, otras no. Y si no es un árbol, flores, rosas, margaritas, o quien sabe qué, como en la Zona Rosa, en la calle 85, desde la carrera 15 hasta la 11: tallos verdes y pétalos rojos que simulan flores, claro, no tan bonitas. O como las del centro de Bogotá, en la carrera 3, una especie de plantas que no le hacen un gran favor a la zona. En la mayorías de edificios residenciales y en algunas zonas decoradas por el Distrito (encargado de casi toda la iluminación de la ciudad) parece que la falta de creatividad se impone.

CV

Diego Valdivieso Galán Bogotá, Colombia Cell phone: +573102190284 Email: diegovaldiviesog4@gmail.com PROFESSIONAL PROFILE Social communicator with emphasis in journalism, master's degree in creative writing and experience in editing and writing texts for written and digital media. With experience, also, in the insurance sector and in projects of social impact. WORK EXPERIENCE Vagal Project manager May 2017 - Currently Commercial insurance advisor. Content creator and text editor such as project proposals, web content, reports. Amiguitos Royal Foundation Collaborator March 2022- Currently Search for donations for the Foundation. Creation of a brochure to disseminate the important work done by the Foundation in case others want to replicate it. Freelance October 2022 - Currently Writing articles for an upcoming technology blog. Reviewing the book Delirios y debilidades for an art project about Joan Miró. Cucú Magazine Freelance April 2022 - Currently Writing articles for Cucú Magazine. Jaime Benítez Tobón Foundation Contributor April - September 2022 Set up meetings with universities to try to get possible alliances with the Foundation. Attending meetings of a gender committee organized by the beneficiary students and the psychologists working at the Foundation. Learning by helping Abril - Mayo 2022 Research for the Academic Coordination Area Strategic identification of impact ecosystem projects Spelling and writing courses and classes October 2022 – Currently Teacher Spelling and writing workshops Nowtilus Madrid, Spain June - August 2019 Editor Manuscript editing for the publication of books by the publishing house. Books I edited: La música en 100 preguntas, El cine en 100 preguntas, Breve historia de Blas de Lezo and La nueva economía blockchain y criptomonedas en 100 preguntas. Arcadia Magazine October 2017 - March 2018 Contributing journalist Creation and editing of articles for the "Bogotá" section in the magazine's web portal. Semana Educación Magazine October 2016 - May 2017 Journalist Writing and editing weekly articles for Semana Educación print magazine and Revista Semana's web portal. Presidency of the Republic March - October 2016 Journalist-Media Monitor Writing of the internal press bulletin of the Presidency of the Republic built from Colombia's media monitoring. This bulletin was intended to inform in a brief, concise and executive summary the main news of the country to all public servants of the national government. Fedia Representations April - December 2015 Community Manager In charge of the administration of the Facebook account Aruba Agentes Colombia and the respective creation of visual and written materials for its dissemination. Research on Luis Carlos Galán directed by Gloria Pachón for the realization of the book 18 de agosto. February - December 2015. Researcher In charge of the collection and subsequent synthesis of data on Luis Carlos Galán for the development of the book 18 de agosto, written by Gloria pachón. Gol Caracol August 2014 - January 2015 Practitioner Writing articles and chronicles on Colombian professional soccer and the Colombian National Team. ACADEMIC BACKGROUND Caro y Cuervo Institute Andrés Bello Seminary Faculty Master's Degree in Creative Writing (August 2020 - August 2022) Complutense University of Madrid Faculty of Information Sciences (September 2018 - September 2019) Master's Degree in Creative Writing Pontificia Universidad Javeriana Faculty of Communication and Language (July 2009 - May 2015) Social Communicator COURSES Virtual course: Creation of impact projects, Learning by helping. Barcelona (February 2021-April 2021).

Un nuevo año en Bogotá

 

Un nuevo año en Bogotá

Por: Diego Valdivieso

En la capital pareciéramos estar atascados en un trancón, en un vecindario o en nuestra zona de confort, pero la ciudad tiene más por ofrecer, así como recibir, a quienes viven en ella.

La ciudad en la que uno nace suele ser en la que vive el resto de su vida. También suele ser un espacio de unos cuantos kilómetros, porque aunque una ciudad tiene miles de kilómetros, uno recorre los mismos de siempre. Y así como cada año uno hace los mismos recorridos en la ciudad, repite el resto de cosas en su vida.

Bogotá es una ciudad que es despreciada y, por tanto, maltratada o descuidada por muchos. Es una ciudad saqueada, como con el “carrusel de la contratación”, y tiene un futuro incierto en materia de transporte público. Una ciudad con unas montañas que la engalanan, pero que, inexplicablemente, unos edificios se empeñan en tapar. Una ciudad que, como muchas en el mundo, está llena de carros y polución

Pero es también una ciudad que es querida y protegida por muchos, y que está más allá de nuestros ojos, del recorrido que hacemos a diario: ir al trabajo, al colegio, a la universidad, a la casa de los amigos. Hay otros barrios por conocer, otros parques, otros restaurantes, otros paisajes, otras personas. Es una ciudad que, en gran medida, se puede recorrer en bicicleta, que tiene bibliotecas, museos y librerías (siendo las independientes y de segunda las mejores) en diferentes puntos de la ciudad y que cuenta con una arquitectura diversa (no siempre para bien) de estilos que se yuxtaponen. En Bogotá hay bellezas naturales como la Quebrada La Vieja y Las Delicias, mercados de pulgas como el de San Alejo y el de Usaquén, calles de anticuarios (los de la 9 con 60, los de la 79 con 9), cafés por toda la ciudad (no solo los de cadena). Hay cursos de lectura, de escritura, de cocina, exposiciones y conciertos de diferentes tipos de música, conferencias y charlas de alto nivel. Bogotá es esto y mucho más.

Y así como uno puede sacarle mayor provecho a su ciudad, también podría pensar en lo que le puede ofrecer. Pensar, por ejemplo, en el sentido de lo público: ¿qué es lo público en mi ciudad y por tanto de todos y mío? Al tener conciencia de esto, uno se apropia más de su ciudad, la cuida más, la siente más suya. O pensar en algunas personas que habitan la ciudad, los que tienen mayores necesidades, ¿cómo podría uno hacer algo por ellos? Y pensar, por qué no, en proyectos personales para defenderla, ¿quién dice que en esta ciudad, de amores y odios, no se puede?, ¿quién le quita a uno la ilusión? Con un amigo tenemos pensado crear un proyecto este año. Está relacionado con la educación en barrios de escasos recursos económicos de Bogotá. Parece algo difícil de lograr, se entrevé un camino tortuoso, pero no queremos que eso nos detenga.

De un momento a otro se va el año y uno habrá estado en la misma ciudad. Por qué no desviarse de los recorridos de rutina,  dejar de encerrarse en unas pocas burbujas. A lo mejor uno se encuentre gratas sorpresas. Tal vez así no sea un año más en la misma ciudad. 


https://cutt.ly/h9Rt8zk  



Los deportados de los que nadie habló

 

Los deportados de los que nadie habló

Por: Diego Valdivieso

'La excursionista' es una película que pone en evidencia la manera en que el régimen de Stalin invadió y luego suprimió a los países bálticos. Cine Tonalá proyectará esta producción a propósito del nuevo libro de Laguna, 'Voces en el hielo', una recopilación de testimonios de lituanos deportados a Siberia. 

El genocidio cometido a mediados del siglo XX por la Unión Soviética en los países bálticos no tuvo mayor repercusión en el mundo. Cientos de miles de civiles fueron deportados por ser “enemigos del pueblo”, es decir, por tener tierras, por no ser campesinos pobres, por ser “contrarrevolucionarios” y presuntamente tener actividades clandestinas. Cualquier excusa funcionaba para llevarlos a Siberia, una tierra virgen que los soviéticos querían explotar para el desarrollo de su país.

En las estepas lejanas de Rusia, lituanos, letones y estonios morían de hambre (su peor enemigo), de escorbuto, de disentería. Morían de agotamiento extremo causado por los trabajos forzados y la falta de alimento. Morían porque no había esperanza. Por el frío (temperaturas de -50 °C y hasta más bajas), por las ventiscas (se perdían y eran encontrados congelados). A diario moría alguien: compañeros de estadía, hermanos, hijos, padres.

Lea la reseña de Voces en el hielo.

Bárbara Rimgaila, una lituana que terminó en Colombia con su familia después de abandonar forzadamente su país cuando la Unión Soviética estaba a punto de ocuparla, quiso contribuir a que las voces de las víctimas fueran escuchadas, que los hispanohablantes conocieran lo que pasó en esas tierras. Por eso tradujo seis de los nueve testimonios del libro En la tierra del eterno helor, publicado en Lituania en 1989. El resultado es el más reciente trabajo de la editorial independiente Laguna, un libro en el que cinco lituanos y un letón cuentan sus vivencias al ser deportados a Siberia (cuando eran niños o adolescentes) por el gobierno de José Stalin.

El dictador soviético había invadido los países bálticos entre 1939 y 1940 con decenas de miles de soldados del Ejército Rojo. En los territorios ocupados sobrevinieron encarcelamientos, fusilamientos políticos, deportaciones y la imposición del sistema comunista. En 1941, Alemania cometió las mismas atrocidades con los bálticos luego de invadirlos y de expulsar a los rusos, hasta que en 1944 estos volvieron a tomar el control de los tres pequeños países para continuar con el hostigamiento. Las deportaciones, más no la ocupación, terminaron hacia 1953, cuando murió Stalin.

Pocas fueron las alegrías de los desterrados: cuando les permitían escribir cartas y les llegaba algún paquete de su país. También momentos tan sencillos como recibir un pedazo de pan adicional por hacer un trabajo o cuando los niños podían ir a estudiar en un colegio cercano a su lugar de destierro, reunirse en grupo a cantar y a bailar mientras celebraban sus fiestas tradicionales. Le cantaban, mientras lloraban, a su patria: si habrían de morir, anhelaban hacerlo en su tierra, no en Siberia. Pero, paradójicamente, el desterrado que conseguía regresar era tratado con recelo por sus compatriotas: lo sacaban de la universidad o perdía su empleo. Todo por haber sido deportado.

Pero claro, no había nada como regresar a casa, a la patria. “¡Cómo se alegraba de cada rayo de sol, con cada brizna de hierba, cada flor, cada árbol que había dejado de ver en el norte por tantos años! Durante horas enteras se sentaba como un pajarito, arrimada a algún arbusto, ya sea cogiendo bayas, ya sea oyendo atentamente las voces de la tierra natal… Stalin no se había inventado un castigo lo suficientemente duro como para hacerme arrepentir de haber logrado para mi madre estos instantes de felicidad”, recuerda Dalia, la niña del primer testimonio, quien se escapó de Siberia con su mamá enferma para que esta pudiera morir donde deseaba. En Lituania.

En diferentes oficios terminaron las seis personas que protagonizan Voces en el hielo cuando regresaron de Siberia: una médica, una escritora, una ingeniera química, un profesor, un arquitecto y un ingeniero de radio. Pero a todos los persiguió su pasado, ya fuera al ser señalados por sus paisanos o al sentarse a escribir sus memorias, sus testimonios de denuncia a un régimen igual de cruel a la Alemania nazi.Voces en el hielo

https://www.semana.com/libros/articulo/deportados-lituania-siberia-urss-laguna-libros/45056/

"La cultura nutre el lenguaje de la política con formas de pensar y argumentos"


“La cultura nutre el lenguaje de la política con argumentos y formas de pensar”: dos docentes sobre el panorama colombiano

Por: Diego Valdivieso

Yolanda Reyes y Julián de Zubiría, dos reconocidos educadores y columnistas, opinan sobre el papel de los medios en las elecciones y el lugar de la cultura y la educación en Colombia.

Yolanda Reyes y Julián de Zubiría son dos voces críticas e importantes a la hora de hablar de la coyuntura nacional y la educación en Colombia. Cada uno lo hace desde su columna semanal, Reyes en El Tiempo y Zubiría en Semana Educación. Cada uno lidera una institución educativa de la capital que apuesta por una educación diferente. 

Reyes es escritora y directora del jardín infantil y librería Espantapájaros, de Bogotá, que busca formar niños a partir de la lectura. Un mundo que se construye, desde la primera infancia, alrededor de los libros: “Nutrimos con lenguajes (artísticos, literarios) su psique, su vida emocional y cognitiva, para que se expresen de muchas formas, conversen, discutan y disfruten la lectura”, señala Reyes. Un modelo de educación que va dirigido a que los niños vean “el aprendizaje y las preguntas como las tareas más apasionantes de la vida, desde la infancia”. 

Zubiría, una figura ahora recurrente en diferentes programas de televisión, en los que se le ve debatiendo sobre la actualidad del país, es rector del Instituto Alberto Merani de Bogotá. Es un colegio que se enfoca no tanto en el aprendizaje, sino en la formación del estudiante con un currículo que está enfocado en el desarrollo del pensamiento, la lectura crítica y la formación ciudadana, lo que lo diferencia de otras instituciones educativas, según Zubiría. Él explica que “siguen bajo el paradigma de la transmisión de información fragmentada e impertinente, que poco o nada impactan las estructuras profundas para sentir y pensar en los niños y jóvenes”.

Hablamos con ellos sobre los tiempos que corren. 

¿Qué se puede hacer para que la gente no vote engañada en las próximas elecciones? Y, en este sentido, ¿qué papel cumplen los mediosLa Silla Vacía, por ejemplo, tiene un “detector de WhatsApp”: la gente les envía cadenas de WhatsApp que están circulando sobre la actualidad política y ellos investigan para ver si es cierto lo que se dice y luego comunican el resultado en sus redes.

Julián de Zubiría: Educar a la población para fortalecer un voto más reflexivo y consciente. Este papel lo pueden cumplir los medios, las familias, las escuelas, las universidades y las iglesias. Desafortunadamente casi ninguno de estos lo cumple y cuando lo hacen –como en el caso de varias iglesias cristianas– es para beneficio de la propia comunidad, mezclando peligrosa y equivocadamente la fe y las elecciones. Necesitamos fortalecer la educación política en las instituciones educativas con ejercicios de elección de representantes y con simulación de las campañas políticas en Colombia. Los medios tienen una enorme responsabilidad en diferenciar las propuestas, en validar las promesas y en investigar antecedentes y acciones de los candidatos. Como casi nada de lo anterior se hace y como el nivel educativo es tan bajo, sigue predominando la manipulación emocional de los colombianos.

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La gente vota desinformada por presidente y más aún por senadores y representantes. Es común oír a alguien decir: necesito que me recomienden por quién votar en Senado y Cámara. ¿Qué responsabilidad tienen los medios? ¿Realmente se preocupan por informar a la gente?

Yolanda Reyes (respondiendo a esta y a la anterior pregunta)Hablar de "los medios" en general puede llevar, si se me permite la redundancia, a generalizar, pues hay evidentes diferencias en la manera como se plantea esa preocupación por informar. Quizás no todos los medios de comunicación tengan como prioridad "informar" de la manera más objetiva posible (entendiendo, por supuesto, que la objetividad en materia electoral es relativa). Y digo esto porque hay ejemplos evidentes de otras prioridades electorales en los medios. Algunos les apuestan ostensiblemente a un candidato o a una tendencia política, pero el problema es que, a diferencia de lo que ocurría cuando había medios identificados con partidos políticos, y el lector lo sabía claramente y podía, incluso, entender los sesgos, en la actualidad esa identificación ideológica y partidista no es tan tajante. En muchas ocasiones, desde la manera de titular o desde el espacio concedido a uno u otro candidato, hay una postura mediática que, más allá de informar, editorializa y toma partido, pero que se presenta con una aparente neutralidad. Y entonces, es el elector  quien tiene que leer entre líneas toda esa información que no se ha hecho explícita. Es un problema de lectura y por eso no es ninguna casualidad que los vocablos ‘lector’ y ‘elector’ comparten casi todas las letras. 

J.Z.: Los medios tienen una enorme responsabilidad que no cumplen. Podrían educar políticamente si asumieran el rol formativo e investigativo que les corresponde. Deben investigar a los candidatos para rastrear anomalías, propuestas y acciones en las que han participado los candidatos. Deben sintetizar y diferenciar las propuestas. Deben comparar sus propuestas anteriores con sus realizaciones. Deben promover un voto reflexivo, independiente y crítico.

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En medio de campañas políticas y del posconflicto, ¿qué puede aportar el sector cultural, de instituciones gubernamentales o privadas, desde su campo? ¿Los escritores y artistas tienen alguna responsabilidad?

Y.R.: Un escritor o un artista son tan ciudadanos, y por consiguiente tan responsables, como un médico o un profesor o cualquier elector, sin importar su oficio. Con ello quiero decir que tiene toda la responsabilidad de hacer una elección que no solo lo afecta a él sino a la colectividad de la que hace parte. Ahora bien, alguien que escribe y orienta a la opinión, o una persona o institución que trabaje específicamente en el sector cultural, tiene la responsabilidad de contribuir al debate con argumentos. El trabajo cultural  consiste, en esencia, en construir alternativas simbólicas y sistemas de lenguaje y de expresión para entendernos con los demás. Y en ese sentido, la cultura nutre el lenguaje de la política con argumentos y formas de pensar, de entender y de expresar.

J.Z.: La responsabilidad de un intelectual es la de promover la reflexión y la lectura crítica de las propuestas. Debe ayudar a encontrar inconsistencias e incoherencias en los planteamientos de los políticos. Debe analizar la viabilidad de las propuestas y debe fortalecer el debate argumentado y respetuoso de las propuestas. 

En medio de campañas políticas y del posconflicto, ¿qué responsabilidad tienen los padres de familia, los colegios y las universidades?

Y.R: Enseñar a hablar, a pensar, a discutir y a leer entre líneas, y ojalá, a escribir, pues escribir confiere una distancia necesaria para pensar y para organizar el pensamiento. Nutrir el lenguaje, que es una herramienta indispensable para enriquecer con versatilidad y con matices la discusión política. Y también dar ejemplo. No sé si una sobremesa familiar vociferante que descalifique o insulte a uno de sus comensales por sus ideas políticas sea un buen ejemplo para el ejercicio democrático, y me temo que el hogar puede ser el primer lugar en el que se puede confundir el disenso con el insulto. Este trabajo de proveer un lenguaje como herramienta argumentativa y crítica tiene diversos grados de profundidad, pero es común a la enseñanza en cualquier grado: desde la educación inicial hasta la universitaria.

J.Z: La paz se construye desde la educación, por ello, tenemos padres y educadores que hacen un gran esfuerzo para fortalecer la tolerancia, el debate argumentado y el respeto a la diferencia de opiniones, credos e ideologías. 

Sin excepción, en todos los colegios y universidades debería promoverse un voto reflexivo, independiente y argumentado. Eso se logra invitando a diversos candidatos, discutiendo reflexivamente sus propuestas y ayudando a que los jóvenes conozcan y reflexionen sobre ellas. Un proyecto muy bello del gobierno alemán se está implementando para construir una app que le permita a los jóvenes conocer virtualmente su nivel de empatía con las propuestas de todos los candidatos. Dicho dispositivo virtual fue adecuado a Colombia por la plataforma VICE y diversas instituciones, como la MOE o el Instituto Alberto Merani, que estamos participando en calidad de garantes. Cosas así fortalecerán y ampliarán la democracia en el país. Por ello, todos los medios, deben impulsarla.

¿Qué le gustaría que hiciera el próximo presidente en materia de educación? 

Y.R.: Que nombre a un ministro o ministra de educación que haya dedicado su vida personal y profesional a pensar en educación, a formarse en educación y a educar. Que respalde, no solo de forma declamativa, sino presupuestal y política, la educación pública: la escuela, la universidad y la institucionalidad de lo público. Que le apueste a los docentes y a las escuelas de formación docente. Que no permita que instituciones como Colciencias se politicen. Que articule los esfuerzos educativos que se hacen en este país, tanto en lo privado como en lo público, pero sin perder de vista la importancia de pensar la educación desde políticas centradas en lo público. 

J.Z.: Un gran acuerdo nacional por la educación que garantizara recursos para ciencia y educación; que asegurara educación inicial para todos los niños menores de 6 años y educación superior a los jóvenes, y que llevara a cabo una profunda y estructural reforma a la formación de docentes, al currículo. ¡Le llegó el momento a la educación en Colombia!

¿Usted cree que los presidentes se preocupan por incentivar la formación y difusión de cultura en el país? Es decir, más allá de la existencia de un Ministerio de Cultura.

Y.R.: No me parece. Todo lo contrario. Pese a la importancia que podría tener en este momento del país, la cultura no ha entrado en el discurso de los presidentes. Y me atrevería a decir que tampoco en el de los candidatos presidenciales. 

J.Z.: A ninguno de los últimos cuatro presidentes le ha preocupado ni la educación, ni la ciencia, ni la cultura. Esperemos que no sigamos por el mismo camino, porque ningún país ha salido adelante sin invertir en ciencia y en educación. La consigna que he lanzado es muy pertinente al respecto: “Si tu candidato no sabe cómo cambiar la educación, cambia de candidato”.