Hoja de vida
Hoja de la mentira, mejor. Así como este blog. No, mentiras, este blog no sé. ¿Cuánta falsedad hay en una hoja de vida? Se escribe cualquier vaina, se maquilla, se embauca. Pocas hojas de vida deben ser realmente honestas.
Entiendo la necesidad de conseguir un empleo (no estoy hablando de los que aceptan lo primero que les salga para mantener una familia, eso ya es otro cuento), y por eso yo, que llevo buscando mucho tiempo trabajo y nada que encuentro, también decoré mi hoja de vida. También caí en la trampa. Perdón, pero es que nadie me llama. Ni siquiera me llaman a esas convocatorias donde juntan a veinte personas y de ahí seleccionan a una. Por eso me tocó hacerle unos retoques, "mejorarla", dicen. Vamos a ver si algo mejora la situación.
Las hojas de vida son un documento ridículo, en el que uno se describe así mismo (qué tal eso) tratando de que esa definición lo ayude a conseguir un empleo. Yo alguna vez puse en la mía algo como: habilidades para el trabajo en grupo y para las relaciones interpersonales. Se mete cualquier cantidad de cosas que se hayan hecho: cursos, pasantías, lo que sea. Si se hizo un trabajo que duró una semana, como llevarle unas cuentas a un tío, se pone en la hoja de vida: manejo de cuentas de la empresa tal... La gente busca meterse a cursos, a diplomados, a especializaciones, a maestrías para mejorar la hoja vida, para conseguir un trabajo en el que paguen bastante. Toca venderse al mejor postor para conseguir un trabajo que probablemente odiemos, o bueno, no lo odiamos porque nos pagan bien. Importa más el dinero que disfrutar lo que se hace.
Las empresas, claro, son grandes culpables para que la gente tenga que mentir, que inventar, que hacer unas hojas de vida como las que hacemos. Buscan hojas de vidas impecables, que tengan muchísimos títulos, contratan a los que tengan más experiencia; a los que no tienen, como yo, que se jodan. Se buscan personas eficientes, que produzcan, que traigan más plata a la empresa. Buscan máquinas.